miércoles, 4 de febrero de 2015

reciclaje

Para la mayoría de personas, el reciclaje comienza en la cocina de casa y termina en los contenedores de la calle. Una vez que hemos colocado nuestras botellas, envases y cartones en sus correspondientes papeleras, nos creemos que la misión ha terminado. Pero la realidad es que en ese momento el proceso de reciclaje tan sólo acaba de empezar. De ahí, nuestros desechos serán trasladados a vertederos o plantas de reciclaje, en ocasiones cruzando la mitad del planeta para llegar a Asia, donde se convertirán en nuevos materiales dispuestos a entrar en las cadenas de producción.
A pesar de la creciente concienciación medioambiental, la industria global del reciclaje sigue siendo casi tan desconocida como rentable: produce anualmente 500.000 millones de dólares, más o menos el producto interior bruto (PIB) de Noruega.
Para romper con muchos de los mitos en torno a este particular, el periodista estadounidense Adam Minter ha publicado recientemente Junkyard Planet: Travels in the Billion-Dollar Trash Trade, un libro donde expone con todo lujo de detalles el funcionamiento y la importancia de esta industria en todo el planeta. “Es una industria gigantesca, no es simplemente una industria nicho que hace unos pocos y bonitos productos ecológicos”, explica su autor a El Confidencial. “Lo hace todo: desde los motores de los automóviles hasta los cables de tu nevera, pasando por una lavadora o un teléfono móvil”.
A pesar del idealismo que mueve al movimiento ecologista, la industria del reciclaje, salvo contadas excepciones, se rige por los mismos intereses económicos que cualquier otro negocio. “Las buenas intenciones no hacen que las viejas latas de cerveza se conviertan en nuevas latas de cerveza”, afirma Adam Minter. “Nadie va a abrir una línea de fundición de aluminio porque es bueno para la Tierra; lo hacen porque ven una oportunidad de ganar dinero”, dice este periodista de Bloomberg, quien creció desde pequeño rodeado de piezas de coches, cables y lavadoras en la chatarrería de su padre en Minneapolis.


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