Efectos del cambio de hora
Cada primavera “perdemos” una hora, que será “recuperada” al cabo de
seis meses. En general, este cambio no afecta en absoluto a nuestra
salud ni al bienestar, pero parece que para algunas personas no resulta
fácil adelantar o atrasar su agenda interior.
Cuando realizamos viajes largos, con cambios de huso horario, también
nos podemos ver sometidos a perturbaciones en los ciclos biológicos, a
través de lo que se conoce como jet lag.
El cambio estacional de hora podría, en teoría, afectar a nuestro organismo de manera parecida al jet lag, en una intensidad proporcional al cambio (en este caso, de tan sólo una hora): en primavera es como si viajásemos hacia el este (“perdemos” una hora), y en otoño como si lo hiciéramos hacia el oeste (“ganamos” una hora). Siempre es más difícil aclimatarse a la “pérdida”, esto es, viajar hacia el este. Así que el cambio de hora en primavera puede ser más notorio que en otoño (como experimentar un jet lag de una hora).
El cambio estacional de hora podría, en teoría, afectar a nuestro organismo de manera parecida al jet lag, en una intensidad proporcional al cambio (en este caso, de tan sólo una hora): en primavera es como si viajásemos hacia el este (“perdemos” una hora), y en otoño como si lo hiciéramos hacia el oeste (“ganamos” una hora). Siempre es más difícil aclimatarse a la “pérdida”, esto es, viajar hacia el este. Así que el cambio de hora en primavera puede ser más notorio que en otoño (como experimentar un jet lag de una hora).
Sin embargo, se considera que salir de noche y acostarse a las 2 de la
madrugada los fines de semana puede influir en nuestro organismo como si
realizásemos un cambio de horario de dos horas y media, con los
consecuentes efectos que sobre los ritmos circadianos (ciclos de
alrededor de 24 horas en el que los órganos cumplen sus funciones),
mucho más que un cambio de una hora sólo dos veces al año.
Así puede influir
Algunos afirman que el cambio de horario en una hora influye
negativamente en su humor y estado de ánimo, a su “reloj corporal” y, en
general, a su salud. Son personas que refieren cambios en sus patrones
de sueño-vigilia y alteraciones transitorias en su bienestar, con la
aparición de distimia (estado de ánimo deprimido), somnolencia, astenia,
irritabilidad, nerviosismo, cefaleas y dificultades para mantener la
atención y la concentración. Incluso hay personas que presentan
molestias digestivas.
Diversos estudios han investigado sobre estos cambios debidos a la
alteración horaria, y los resultados son divergentes: según algunos, el
cambio de horario puede afectar débilmente a la salud, mientras para
otros la variación no influye en el equilibrio de las personas.
¿Qué dicen los estudios?
Uno de estos estudios, publicado en 2008, llegó a encontrar un nexo de
unión entre los cambios de horario y la incidencia de infartos de
miocardio: parecen haber encontrado que hay un incremento significativo
del número de infartos de miocardio en los tres días posteriores al
cambio de horario en primavera, mientras encontraron una disminución de
los mismos tras el cambio de horario de otoño; los autores interpretaron
estos hallazgos como producto de la privación de sueño sobre el sistema
cardiovascular.
Otro estudio, éste del 2007, afirmaba que los ritmos circadianos del
cuerpo humano pueden tener dificultades de adaptación a los cambios
bruscos de horario, afectando a diversos aspectos de la salud. Otros
estudios han relacionado el impacto del cambio estacional de hora con el
índice de suicidios en hombres, mientras otros han encontrado que no
hay relación del cambio horario con los episodios de manía.
En otro estudio se observó una disminución en los accidentes de tráfico
tras la “recuperación” de la hora en otoño, mientras otro registró un
aumento en los accidentes tras ambos cambios, de primavera y otoño.
Algunos de estos estudios parecen mostrar que pequeños cambios en los ritmos cronobiológicos podrían desestabilizar a individuos especialmente vulnerables, especialmente en mayores de 50 años, que podrían adaptarse al nuevo horario en un plazo de unos tres días. En el lado contrario, parece ser que los niños presentan una más fácil adaptación a los cambios estacionales de horario.
Algunos de estos estudios parecen mostrar que pequeños cambios en los ritmos cronobiológicos podrían desestabilizar a individuos especialmente vulnerables, especialmente en mayores de 50 años, que podrían adaptarse al nuevo horario en un plazo de unos tres días. En el lado contrario, parece ser que los niños presentan una más fácil adaptación a los cambios estacionales de horario.
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